lunes, febrero 07, 2022

La mirada de los soñadores.

 


La mirada de los soñadores, algo tiene, algo hace o algo dice, que me eriza, que me da miedo, que me inquieta y me reta, que me apasiona e inspira, la mirada de los que tienen un secreto que nunca han de contar, tienen un as bajo la manga y tienen un plan, un objetivo o una misión. Algo tiene la mirada de los músicos increíbles en medio de la calle Gante del Centro histórico y que lo he visto en la mirada de Drexler en el escenario [justo cuando te pone la piel de gallina y no sabes si fue efecto sonoro o visual]. Algo tiene la mirada de esos que están construyendo un imperio carnicero solo para lograr comprar al imperio carnicero actual y destruir de una vez y para siempre ambos [y es cuando me da miedo, por que ahora donde conseguiré Tomahawk para la carne asada de la empresa]. Algo tiene la mirada del Presidente, que es una mirada de un soñador añejado, de un soñador extraviado en sus sueños y alejado de sus realidades [la mirada de regaño que no te mereces, que primero inquieta y después te reta a que le contestes, porque quizá ese sea el verdadero objetivo de mirar así]. Algo tiene la mirada del Che a través de la taza que me trajeron de Cuba, a través de la camiseta de Paco Taibo y a través de las pancartas en todas las protestas de todos los países [mirada que destroza toda verdad y te cuenta su secreto, su plan y su todo a través de sus pupilas bien representadas: ¡hasta la victoria, siempre!]. Algo tiene la mirada de la seño que me arrenda el departamento, que no se nada de ella, pero me inspira confianza, me inspira a ser mejor persona y me inspira justo ahora.

 . . .

Algo tiene la mirada de los que no pueden mirar, pero sabes que te miran y los volteas a ver y te sientes Nietzche mirando el abismo para ver si te regresa la mirada, ¿y que crees? que si te la regresa, la mirada de los árboles, de las plantas y de la hierba, de las cetáceas y de las algas, de los musgos y de las ceibas, de la cannabis y del eucalipto, del roble y del cañaveral, que una vez me pareció tan profunda la mirada de un pirul, que justo sentía que podía hablar a través de esa mirada, y me decía “seguro ya ni te acuerdas de mi pinche morro, ¡en plaza santa fe! me estaban cortando cuando pasaste a lado y me arrancaste un pedazo de hojas para embarrártelas en la yema de los dedos para que tu mamá no se diera cuenta de que habías fumado… desde entonces se te veía lo vivillo. Aquí ando ¿tu crees?, si, que pena el otro día con ustedes, de repente crecí en medio del estacionamiento de su plaza, se me caía la cara de vergüenza con ustedes, sabia que en cualquier momento me iban a cortar y bien merecido lo tenia por haber nacido donde no me llaman, pero ya ves que uno no decide esas cosas. Ahora ando acá mira, creo que no molesto a nadie aunque el otro día escuche que chapearian el terreno para la construcción de las oficinas de una empresa petrolera y si es así, uno con gusto agarra sus tiliches, sus raíces y sus retoños y nos vamos a otro lado, todo sea por apoyar a la economía, como no, también me quiero sentir útil, he escuchado que mis primos lejanos hacen lo mismo en la costa de Paraíso y unos parientes más lejanos allá por tierras Mayas ¿Qué fue de los Mayas, tu?, ya rara vez los veo”.


0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal