La revolución femenina.
A lo largo de la historia de la humanidad han existido 3 revoluciones que marcaron nuestra evolución como especie: La revolución cognitiva (hace unos 70 mil años, cuando aparecieron los primeros Homos capaces de comunicarse a través de un protolenguaje, capaces de crear historias y de curar un fémur), la revolución agrícola (hace unos 12 mil años, nuestros primeros asentamientos y nuestros pininos de organización en sociedades comunitarias sedentarias) y la revolución científica (hace apenas 500 años, el significante de nuestro sistema actual, el salto exponencial de herramientas sencillas a complejas, como la inteligencia artificial).
Muchos sociólogos, futuristas, científicos,
eruditos hablan de la revolución digital, revolución cuántica e incluso una
revolución espacial, pero poco se habla de la revolución femenina que comenzó
hace apenas unas décadas. Acostumbrados a la simplificación de las cosas y de
la situaciones, asumimos que el genero femenino siempre ha estado acá,
acompañándonos codo a codo en las tareas cotidianas de desarrollar una sociedad
moderna… no olvidemos que hace siete décadas las mujeres no tenían
derecho al voto, hace un siglo no tenían derecho visible a la educación
(actualmente, la estadística nos dice que las mujeres son limitadas de este
derecho en varios asentamientos rurales e incluso urbanos), algunos “eruditos”
del siglo pasado seguían defendiendo la idea de que neuro-biológicamente el
genero masculino estaba por arriba del femenino. Hoy en día todos esos mitos se
derrumban uno a uno, a veces aceleradamente y otras veces pareciera que
seguirán ahí, indestructibles, como el machismo soft disfrazado de caballerosidad, como ese feminismo que solo hace copy-paste de los peores vicios machistas.
La cuarta gran revolución de nuestra especie es
la revolución femenina. Equiparar derechos, distribuir obligaciones y
contribuir en la construcción de nuestra sociedad, es algo contra-natura, de
ahí su importancia: Podemos encontrar especies que son matriarcales, especies
donde la hembra degolla al macho después de que este cumple su función
biológica e incluso una especie que se auto fecunda. Pero no se ha observado
una especie que, a través de la lucha, de la protesta, del trabajo y de la
concientización, haya cambiado la forma en la que se establecieron las posiciones
jerárquicas naturalmente.
Feminismo moderno.
Hablar de feminismo es un tabú para el género
masculino y esa es la idea. Un hombre no puede opinar sobre el cuerpo de una
mujer, sobre las experiencias conscientes de una mujer (laborales, familiares,
sociales, etc.) e incluso sobre la sexualidad de una mujer. El problema del
feminismo actual es la mancha del hombre queriendo ensuciar con ideologías
propias de su género un movimiento al cual no pertenece y que no le pertenece.
¿Qué nos dice el espíritu? Es obvio que la espiritualidad pertenece a otro plano, si, dependiente siempre del cuerpo para poder crear un puente de lógica verbal; pero se debe quedar en el lugar que pertenece. Hablar de un sagrado femenino y un sagrado masculino, no hace mas que complicar las cosas, increíblemente no solo contra-dice esta lucha, si no que la rechaza, causa escozor entre los gurúes del espíritu que les hables de su machismo interiorizado, por que la verdad es que ese cáncer ataco hasta lo sagrado, y cuestionar a los dioses, pues esta mal (algo parecido a ser militante de un partido politico y cuestionar al dirigente). "Estas aquí para aceptarte y aceptar las cosas, pasar tus pruebas, aprender y amar"... yo agregaría que estamos aquí para trabajar, y no trabajar en nuestros sueños pedorros y egoístas, si no trabajar para mejorar en colectivo, siempre, siempre.
La consciencia sin acción, no sirve.
*Texto meramente escrito como nota mental, sin querer fingir ser "aliade", sin interferir o apropiarme en lo mas mínimo de esa honorable lucha que no es mía, pero que apoyo desde mi insignificante e ignorante esquina.