Los consejos, el amor y el odio
Consejos baratos para darle sentido a tu vida.
De esos que te encuentras en la calle tirados, en una pared pintada, en las
películas de Disney, ya no digamos de Disney, en los productos de televisa.
Basura disfrazada.
No creas, no imagines, no pienses ni por un instante que lo más chingón que
hayas leído en Facebook será lo que
te cambiará la vida. Es pura basura, en serio te lo digo, es pura basura.
Lo que te cambiara la vida no lo encontraras en tus libros de Paolo Coehlo,
no lo encontraras en tu roadtrip a
Calakmul, ni fumando mota por tres días. No se donde se encuentre, discúlpame,
no lo sé. Imagino que lo encontraras en la primera mirada que te arroje tu
primogénito, o en la última de tus padres, en el largo camino de regreso a casa
después del fracaso.
Lo que fácil llega fácil se va. Es una gran verdad. Cualquier consejo
barato que te de tu amigo el culto no te servirá. Si quieres tener el
conocimiento, la sabiduría, tienes que estudiar y estudiar mucho. Si quieres
ser el poseedor de la cuarta parte de una verdad a medias, tienes que
chingarle, y cuando creas saberlo todo, cuestionarte, tirar tus cimientos y
volverlos a construir. Es muy sabio decir que no sabes nada. En resumidas
cuentas, tu amigo que lee los artículos de Vice,
ha leído un par de libros de Schopenhauer y uno de Bukowski, no te sabrá decir
que rumbo tomar. Apuesto que el mas erudito filosofo se limitara a repetir el
mantra de “la verdad esta dentro de ti”. Y esta cabrón darle sentido a esa retórica.
Lo contradictorio que llegan a ser los días en la vida, es lo que le da
belleza a la misma.
Sobre el amor.
A veces es un poco triste. No se en que momento pasa de ser lo mas hermoso que puedas
sentir dentro de ti, el imán que te obliga a estar abrazado siempre, a lo
monótono de un “buenos días, amor”. Lo que si se, es que el amor no siempre
debe de componerse de estar como muéganos o repetirse te amos hasta
devaluarlos, se que es un rollo mas filosófico de velar por las felicidades
mutuas, no importando cuales sean estas, de soltar si es necesario, de dejar
ir, de dejar regresar y ¿por qué no? de silencios incomodos y de llantos.
Sobre el odio.
No viene de la nada, no hay razón psicológica espontanea. Siempre tiene un
origen, siempre existe el porque. ¿Acaso no has llorado de impotencia? Justificada
o injustificadamente, ese impulso de querer cambiar las cosas.
Hay odios que son la resultante de la ambición: creer que es tu derecho
tener más que otros, una mejor vida, un mejor puesto o una mejor mujer… hasta
algo tan banal como una mejor calificación. Hay otros odios un poco mas
justificados (si es que los pacifistas me permiten casar el termino odio con
justificación): valga la redundancia, por ser víctima u observador de las
injusticias de la vida, de las circunstancias, porque la sociedad poco a poco
nos obliga a eso.
No dudo ni tantito que la tristeza tenga mucho que ver con el odio, ¿qué te
queda después de sentir rabia e impotencia, después de llorar por horas
maldiciendo quien sabe que cosa… o después de la venganza? Solo tristeza,
nostalgia.
No es precisamente odio lo que tengo, es un poco de miedo combinado con
rencor e impotencia. No celebro la felicidad de los tiranos, tampoco es que los
quiera ver desmembrados ¿qué clase de monstruo sería? Solo buscamos igualdad,
solo buscamos felicidad generalizada, mejores oportunidades y seguridad. Quiero
ver a mis sobrinos crecer sin las inseguridades que me acompañaron durante mi
infancia, sin las tristezas de los días malos.
No es precisamente odio el que siento, es solo una onza de nostalgia por lo
lejano que me siento de los que más amo, una pisca de impotencia por el gris
presente y un chingo de coraje por la felicidad de los tiranos.