Ciudad.
Cd. de México. 19 de junio de 2012.
Los peatones, los ciclistas, motociclistas, automovilistas,
aviadores, saliendo de la ciudad en una tarde de llovizna. Es hermosa, mágica esta
ciudad, mi ciudad, con todo y su podredumbre, su ignorancia y su mala administración.
Esta ciudad y yo tenemos una mala relación, siempre distantes, apenas y la
conozco superficialmente y hoy, esta tarde nublada, nos volvemos a alejar.
Martes. No te cases ni te embarques. Y aquí voy, deseando
que haya petróleo en esta enorme urbe para no alejarme, deseando tener una vida
estable. Yo no sé si los mayas tenían razón, pero aquí vamos otra vez, a
arriesgarlo todo, rasgando parte del gran planeta, cambiando de clima,
conociendo gente nueva, aprendiendo, digamos, la última lección antes de la transición.
Solo hay que respirar hondo y lanzarse.
“GO”. La tierra ha aprendido a hablar y lo hace en ingles,
esta tarde gris me grita “GO”, y yo con un ánimo tan bipolar como quien
representa “Para Elisa” en su propio rostro.
-----------------------------------------------------------------------------------------
Cada
quien su vida. No dudo que hay quienes quisieran estar en mis zapatos, como yo,
en ciertos momentos, quisiera ser otra persona. No seamos hipócritas, sin dejar
de ser optimistas, a todos nos llega a pasar: quisiéramos cambiar nuestra vida.
Por más discurso y consejo barato que escuchemos, suele pasar. La clave está en
no avergonzarnos, a final de cuentas son solo pensamientos y ahí se van a
quedar. Somos quienes somos, felices o infelices, malos o buenos, no importa. Respira
hondo y lánzate.
----------------------------------------------------------------------------------------
- Es casi cien por ciento seguro
que te caerás la primera ves. –me dijo el
chino, como si me alentara.
Por
el contrario, y lógicamente, me hacía dudar mas. El sol estaba exacto arriba de nosotros. Estábamos
parados en el borde de aquel precipicio. Sin camisetas, sofocados por el calor,
el chino tenía una cortada en el
hombro, yo un raspón en la rodilla derecha y ambos con los pantalones
empolvados, revolcados. Mi amigo se lanzaba y saltaba de regreso una y otra ves
para ponerme el ejemplo, yo seguía con miedo.
-¿Casi cien por ciento seguro? –le pregunté apunto de aventarme.
-Bueno,
noventa y nueve por ciento, solo dobla las rodillas y no te levantes, la velocidad
te dará el impulso para saltar al otro
lado.
Estábamos en unos bowls
realmente poliformes, era mi primera ves ahí y no sabía como patinar en
esos platos hondos gigantes. Realmente me paralizaba la idea de dejarme caer en
esa curva que empezaba vertical respecto al suelo en que estaba parado, para 2
metros después empezar a doblarse hasta hacerse horizontal.
-Pero ¿Qué
posición tomo, que tanto doblo las rodillas?
-Solo
respira hondo y lánzate.
Y así fue.